Hoy ha comenzado el trabajo de un nuevo espectáculo. Es un trabajo que llega a mis manos por encargo. Me buscaron, me citaron, me ilusionaron y al final nos encontramos sentados ante un infantil que se traza con manos sensibles y querencia. No conocía a los actores más que de alguna referencia de alguno. Y en honor a la verdad, tampoco esperaba que hoy en la primera lectura me encontrara a gente que no daba la talla. Todo fue según lo imaginado. Ellos sí que tenían muchas referencias sobre mi, lo que me da a entender que ya me estoy volviendo viejo.

Lo ilusionante es que me dispongo a dirigir una compañía que aún no tiene nombre, o al menos hasta el último encuentro no tenía. Es extraño… Pero es maravilloso ver la entrega y la defensa desmedida que todos hacen del proyecto.

Lo mejor de todo es que estoy ante un equipo de profesionales, y eso es garantía. Como garantía es que mi hermano pequeño Dani Tapia, se haya tirado a la piscina del proyecto desde que las campanas llamaron a arrebato. Eso es confiar ciegamente…

Lo dicho, tengo suerte, mucha suerte de que un cuento tradicional, versionado en mi pueblo de modo propio, tome cuerpo entre los dedos de mis manos, como la flor que impregna de aromas dicha historia atravesada por el reciclaje como motor didáctico de la puesta en escena….