Mancillar el honor de mis canas

IMG_0226Nunca quisimos ser Brabancio. Y aunque tampoco pretendimos que nadie usurpara tranquilidades que sabíamos ganadas, sobre los viñedos milenarios de honras familiares ancestrales, no tuvimos más remedio que ir al asalto de la nobleza para hacer entender la historia de Yago. Como si de un animal acorralado se tratara, trata de salir al paso del tribunal que le juzga desde su condición de urdidor.

Estamos frente a un montaje absolumente vital, donde el susurro y el cuchicheo es leit motiv, es la frontera entre la que se mueve una controlada bipolaridad interpretativa. Nada debe quedar en la pose de un cuentero, y el valor de los mínimos gestos es lo que definitivamente nos dará la dimensión de una meditada interpretación (un bastón que se arrastra, dos monedas que golpean al azar, …)

Yago es un personaje escondido, que ahora es obligado a hacer un ejercicio de streeteasy ante un público que ejerce de implacable jurado. Yago tiene en su cabeza a todos y cada uno de los personajes que debe interpretar, en un estrado que no le es nada propicio de inicio.

A pesar de todo, aún dudamos de que teniendo la oportunidad de enmendarse, no hiciera caso a la invitación liberadora de… «Parte a Chipre, mi necio caballero. Parte a Chipre»…. O quizás si….

Acerca de teatrolarepublica

Director de Teatro.

Publicado el 03/05/2013 en Blog, Ciudadano Yago (2013), Producciones y etiquetado en , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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